No soy yo; es mi niebla.
Ärboles del olvido,
gestos humanos
como cadenas
y duendes enanos
que arrodillan su figura en las arenas.
Mi niebla mira un sapo,
blando y dueño,
tanguear la pampa.
No soy yo; si nunca estuve
bajo un cielo de estampa,
ni en una acequia que gime como nube.
Yo la paseo nomás
con su música muda
—azules agujeritos—
y el cuerpo que me ha quitado
en los sauzalitos.
Quedando voy, quedando, arrimada a su lado.
Apenas soy mi niebla,
mi penumbra, mi espectro.
Con la cara pintada
y mi alma de duende
lamo desolada
las manos de mi muerte, que con horror me tiende.
Libertad Demitrópulos (Jujuy, 1922-Buenos Aires, 1998).
En Muerte, animal y perfume. Ediciones del Dock. Buenos Aires, 2008.
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